«El escritor y ornitólogo Francisco Ferrer Lerín (Ferrer Lerín_Wikipedia) nos cuenta cómo ha vivido el confinamiento desde Jaca y ofrece su visión sobre la pandemia».
Enlaces: http://ferrerlerin.blogspot.com/
La entrevista:
1.- «En una pequeña urbanización costera se diagnostican siete casos de fiebre aftosa durante un fin de semana. No existe relación de parentesco o gran amistad entre los afectados aunque, dada la proximidad de sus domicilios, todos declaran conocer a todos, al menos de vista». Así comienza tu relato «Inusitada incidencia de enfermedad infecciosa» que data de 2014 y por tanto ha sido tomado como documento profético. Por otro lado, si acudimos a «Libro de la confusión» (Tusquets 2019), una sensación de inevitable finitud impregna buena parte de los poemas. ¿En qué medida vaticinabas que ocurriría esta pandemia global en la que nos vemos inmersos?
En ninguna medida. Mera casualidad o, si se busca la sofisticación, mero ejercicio de plagio, efectuado por la realidad actual al proceso de redacción y publicación de esos textos. Ya se han dado otros casos de plagio en mi historia de escribano, aunque fueran casos de plagio inverso; según parece me copió Góngora e incluso Lewis Carroll. En «Libro de la confusión», esa ‘sensación de inevitable finitud’ responde al convencimiento, en aquel instante, no después, de que iba a ser mi último libro de poemas y de que los preámbulos de la muerte, tan próximos dada mi senilidad, debían inexorablemente gobernar el volumen.
2.- Recientemente he leído un artículo en el que describes el «baby boom» como consecuencia inmediata del confinamiento. Al final del texto aludes a la naturaleza cuando era «nuestro enemigo». Una de las consecuencias del confinamiento ha sido la visible mejora de la naturaleza. Un planeta que parece volver a respirar cuando el hombre se encierra en casa. ¿Puede reaccionar la naturaleza ante el maltrato del ser humano? ¿Crees que habrá una explosión demográfica tras el confinamiento?
La gente se aburre, esto ocurre siempre pero es más patente en cuanto no puede acudir a sus bálsamos habituales: fútbol, botellón, chismorreo. Ante una situación de parálisis laboral, y en lo laboral va incluido lo paralaboral, esas actividades antes señaladas, surge la necesidad de matar el tiempo, y entonces se acuerdan del uso de matrimonio, esa cosa que se agotó hace tiempo, incluso como costumbre, y a la que ahora se vuelve, a menudo sin tomar precauciones; de ahí los nacimientos indeseados, que ahondarán aún más la crisis económica.
En cuanto a nuestra relación con la naturaleza no hay mucho nuevo que decir; es incompatible su preservación con la explosión demográfica, no disponemos de la sensibilidad que permita conjugar ambas situaciones y, todos lo hemos podido ver, la fauna salvaje, por ejemplo, en la actual coyuntura se toma un respiro y se permite aventurarse en los predios que fueron suyos. Pero de reacción conducente a la generación de plagas, nada de nada; que nadie piense que el coronavirus es el resultado del maltrato a la naturaleza, el coronavirus o es una fuga, no intencionada, de un laboratorio que jugaba con fuego, o es el cambio en el comportamiento de una entidad biológica, de un virus que como todo ser vivo tiene un ciclo que lo hará menguar y, quizá, reaparecer… ¿en otoño? (Recordemos que la gripe convencional no se manifiesta en julio y agosto)
3.- A partir del decreto del estado de alarma ¿ha percibido algún cambio de comportamiento o de hábitos en las aves que, frecuentemente, podemos encontrar en el norte de Aragón?
El no poder salir al campo no me ha permitido observar a las aves ni al resto de la fauna. Supongo que habrá especies que se beneficien de la ausencia del hombre y otras que resulten perjudicadas. Quizá en los próximos meses se pueda valorar ese efecto, en especial en las tasas de reproducción. De todas formas, una de las consecuencias directas de la crisis vírica es la muerte de gran cantidad de fauna salvaje debido al empleo irresponsable de productos químicos ingenuamente esparcidos como método para matar al «bicho» (me envían ahora unas fotos de urracas muertas en un parque Zaragoza, junto a unas sospechosas bolitas azules).
4.- Respecto al orígen del virus y su expansión desde Wuhan, ¿en qué medida los mercados húmedos son su caldo de cultivo? ¿Deberían estos mercados ser prohibidos?
Los mercados asiáticos son nefastos por múltiples razones, pero, entre ellas, dos son las más graves. La primera, de cara a la salud pública, por la falta casi absoluta de higiene. La segunda por lo que tienen de exterminio de especies animales ya de sí amenazadas en su superviviencia por la destrucción de su hábitat, especies animales que son capturadas por razones supersticiosas, bien para ser cocinadas, como los pangolines, bien para pulverizar alguna de sus partes y tragarlas, como los cuernos del rinoceronte. Y una vez dicho esto, afirmar que el origen de la pandemia esté en esos mercados carece, por ahora, de la más mínima base científica.
5.- ¿Hemos reaccionado de manera ágil a la pandemia?
No debenos echar siempre la culpa a los políticos que, no lo olvidemos, no son alienígenas sino seres como nosotros. Si están ahí es porque los hemos votado y, en desastres como el del delirio regionalista catalán, han sido votados por dos millones de ciudadanos. Quiero decir que en el asunto del coronavirus echar la culpa a la Administración resulta muy fácil, pero es evidente que aunque se podía haber hecho mejor, se trata de una catástrofe nueva, de complicado manejo y si hay que buscar culpables busquémoslos entre los investigadores, los biólogos, químicos, médicos, que no saben atajar el mal, que no tienen ni idea de lo que está pasando y, elevando la categoría, echemos con decisión la culpa a ese poderoso lobby, la industria farmacéutica.
6.- ¿Cree que estamos preparados ya para la desescalada?
Nadie lo puede saber porque como ya he dicho nadie sabe nada de nada.
7.- Parece ser que el covid-19 está aquí para quedarse. ¿Cómo imagina el futuro de esta pandemia?
Tanto si se consigue una vacuna, o unos medicamentos que palíen sus efectos, conviviremos con el covi-19; eso quiere decir que los que dispongan de buenas defensas verán la pandemia como algo ajeno y los que no dispongan de ellas deberán pasar por los hospitales y muchos de ellos pasar por la morgue… antes de tiempo (quizá las palabras «nonagenario» y «centenario» dejarán de usarse, quizá incluso desaparezcan del diccionario).
8.- Cuando recuperemos la normalidad, si es que se puede recuperar algún día, ¿qué es lo primero que desea hacer?
El confinamiento no ha supuesto, para mí, un excesivo cambio en mis hábitos. Soy un tipo de condición confinada, paso la mayor parte de la jornada encerrado en mi cuarto de estudio leyendo, documentándome para poder ejercer la escritura, ese duro trabajo. En la fase cero no podía salir al campo a alimentar a las aves necrófagas, tarea que obra como contrapunto a la tarea literaria, y suplía la prohibición depositando la carroña en la terraza mejor orientada de mi vivienda (algún vecino, siempre hay vecinos zoofóbicos, mostraba su descontento), pero ahora, ya gozosamente instalado en la fase uno, vuelvo a la querida y provechosa rutina, traslado al monte, en mi vehículo, los despojos cárnicos, contemplo las agradecidas evoluciones de milanos, alimoches y buitres leonados, y regreso al hogar cargado de energía para seguir construyendo mi obra literaria.
Una entrevista realizada por Marcos Callau Vicente (Zaragoza) para la sección CONFIN_ARTE quien reune una amplisima experiencia como organizador y comisario de exposiciones artísticas, y cuya labor está principalmente vinculada al Ateneo Jaqués.
Así explicaba Marcos Callau en Onda Cero Radio para Lourdes Funes en que consiste Confin_Arte (confinamiento con arte): AUDIO